La revolución ética de Ayn Rand consistió en presentar el interés propio como un bien moral. Pero las revoluciones son resistidas ferozmente por aquellos defensores del orden preexistente. Su elevación del egoísmo como virtud a menudo se malinterpreta como una búsqueda despiadada de los intereses propios a expensas de los demás. De hecho, Ayn Rand vio la benevolencia como un bien positivo, como se argumenta en Unrugged Individualism:The Selfish Basis of Benevolence (1996; rev. 2003), escrito por David Kelley, Ph.D. “La benevolencia significa buena voluntad hacia los demás”, explica Kelley. Además, “es una actitud positiva hacia las personas en general. El deseo de su propio bienestar, de establecer relaciones pacíficas y cooperativas con ellos. Se contrasta con la hostilidad, la malicia, la envidia y otras formas de malevolencia. Incluye rasgos como la bondad, la generosidad, la simpatía, la caridad y la tolerancia como elementos”.
En Ayn Rand y el altruismo, George H. Smith también nos llama la atención sobre la benevolencia en el pensamiento de Rand. De hecho, Smith defiende el rechazo de Rand al altruismo al contrastarlo con la benevolencia.